La primera exposición individual de la joven artista cubana Sandra Ramos (La Habana 1969) es la que tuvo lugar de diciembre a enero último en la Galería Nina Menocal de la Ciudad de México. En estos momentos Sandra Ramos se encuentra en La Habana. Regresó a su país para participar en la selección previa de artistas nacionales de la cual saldrán las obras que habrán de participar en la sección cubana de la V Bienal de La Habana que será inaugurada el próximo mes de mayo. Según se comenta, el tema general de la gran muestra internacional será el de las migraciones: emigrantes, desterrados, trashumantes, expatriados, transportados, desarraigados; legales, ilegales, tolerados, discriminados, despreciados, aceptados, propiciados.
No hay continente donde no se dé hoy por hoy este fenómeno debido, principalmente, a razones económicas, bélicas y política. Entre los países con gran flujo de gente hacia el exilio se cuenta Cuba, de modo que los contenidos de la V Bienal pondrán dedos en llagas muy vivas y dolorosas que provocarán meditaciones y exámenes de enorme importancia tanto en el sector gobernante como en la población en general, incluidos los intelectuales y artistas, quienes ante la gran crisis que afecta a la isla, se han decidido por destierros definitivos o temporales.
Todas las series expuestas por Sandra Ramos en la Galería Nina Menocal tienen un tema recurrente: el de la actual migración de cubanos. Las series, trabajadas en Cuba en 1993 son: Manera de matar las soledades (19 calcografía con collage), El último de los viajes (6 calcografías en pequeño formato) y Con mi cruz a cuestas (dos óleos sobre tela: Cuba y la noche, y Emigrantes).
Las imágenes han sido compuestas a partir de experiencias personales, aunque esas experiencias rebasan la autobiografía para expresar emociones y estados de ánimo bastante generalizados. En todas aparece la misma cabeza de una muchacha y se podría suponer que es la propia Sandra Ramos autorretratada. Pues no. Ella prefirió utilizar como retrato una cara muy semejante a la suya que encontró en un grabado decimonónico.
Otro factor presente todo el tiempo es Cuba pensada y sentida como tierra bien amada, donde se suceden muchas circunstancias dolorosas: un grabado titulado Maribel nombra, representa y evoca a una amiga que emigró a Ecuador, Wendy se fue a España; su novio Alejandro primero se fue a Italia y ahora está en Venezuela.
En La maldita circunstancia del agua por todas partes Sandra convierte su propio cuerpo en la geografía isleña, que se ve claveteado con palmeras que son dardos, que son plumas, que son insectos a punto de emprender vuelo. En Y ahora, What can I Hold you with?, el cuerpo de Sandra yace en un muy verde campo carcelario, mientras ella observa en el plano azul que se desprende de su boca a un pájaro con la cara de Alejandro (el amigo que se ha ido) que vuela junto a un avión que se aleja; en el lado opuesto otro pájaro, con la bandera cubana por alas y el propio rostro de Sandra, está arriba de una nube que el fin los succiona para comenzar a deshacerse en lluvia-llanto. En la parte superior y al centro se ve a un personaje con fuerza mítica, es el retrato de su actual compañero, el talentoso artista plástico Ibrahim Miranda.
En Manera de matar la soledades Sandra Ramos autorretrato en una placa de grabado, a la vez que de su boca salen las vírgulas de su soliloquio. La duda sobre la eficacia de su propia práctica estética queda dicha en Mi diaria vocación de suicida. Ahí su cuerpo yace en la plancha de la prensa y al pasar por el cilindro la presión le quita anatomía y la convierte en la bandera Cubana. Muchas vírgulas- palabras se desprenden de sus dedos en... y cuando todos se han ido, llega la soledad, al momento de batir su mano para despedir a los amigos que llenan un avión en el que se van para quizás no volver.
Varias estampas integran la secuencia del adoctrinamiento castrista. En Seremos como el che Sandra se muestra de niña pionera, respaldada por luminoso resplandor rojo. En El sueño del profeta la pionera Sandra abraza a José Martí que sueña en la verde isla donde ondea la bandera de su liberación. En Con mi cruz a cuestas, delante de los rojos y negros resplandores, la joven Sandra, desnuda y crucificada, trata de levantar con una mano la verde isla que ha comenzado a desintegrarse por uno de sus extremos.
Dos personajes se repiten en varias de las estampas los puntos uno es el gordo Bobo, utilizado por el pintor y dibujante Eduardo Abela para criticar al gobierno corrupto de Fulgencio Batista; el otro es una jinetera (como ahora llaman a las prostitutas en Cuba). En... luego comunicarnos se hace cada día más difícil, el Bobo se asoma al fondo de la composición y observa desconcertado como Sandra Ramos le está echando un gran discurso (? Moral?) a la jinetera, mientras otros reconocibles personajes de la cultura práctica cubana se pasean indiferentes en el parque.
La obra que Sandra Ramos exhibió en la Galería Nina Menocal demuestra que siguen surgiendo en Cuba artistas como una fuerte vocación por desmenuzar a través de imágenes, con audacia en inventiva, su difícil y específica realidad. Esta madura joven de 24 años de edad hizo su formación (entre 1980 y 1988) en la Escuela Elemental de Artes Plásticas "20 de Octubre", la continuó en la Escuela Provincial de Artes Plásticas "San Alejandro" y la concluyó con especialidad en grabado, en el Instituto Superior de Artes. Además en el Centro Wilfredo Lam estuvo en un taller de crítica de arte dirigido por Gerardo Mosquera. Otros talleres a los que concurrió fueron: el de impresión gráfica no convencional, arte con aplanadora, impartido por alumnos del Massachusetts College of Art en La Habana; el de Técnicas y Soportes no Convencionales que tuvo al frente a Carlos Capelán, uruguayo radicado en Suecia; así como el de experimentación gráfica que animaron Liliana Porter, Carolina Campos y Ana Tiscornia. Esto indica que en medio de grandes y graves carencias los jóvenes con vocación artística tienen un campo sólido y diverso para su formación, y es frecuente que en ellos florezca el espíritu crítico y les crezcan alas para volar.